sábado, 2 de junio de 2012

HÁBITOS MENTALES Y EL TALENTO : ARTHUR COSTA

Arthur Costa parte de la idea de que las teorías más actuales sobre la inteligencia, así como los cambios que a partir de ella se han desarrollado en los programas de educación, no son suficientes y han demostrado poco valor práctico porque carecen de perdurabilidad como para convertirse en un hábito, que una vez adquirido el individuo utilice en cualquier situación de la vida.

Afirma que investigaciones importantes que han demostrado que la inteligencia se puede modificar y estimular desde el exterior, son poco útiles en cuanto a la conformación de un patrón educativo distinto, pues después de un tiempo los individuos sometidos
a estas investigaciones y que obtuvieron resultados positivos, pierden las destrezas adquiridas.


Surge entonces su teoría como una proposición para darle fortaleza a la argumentación y, aún más importante, perdurabilidad al cambio logrado.

Un Hábito Mental se compone de muchas destrezas, actitudes, indicios, experiencias del pasado y preferencias.

Significa que valoramos un patrón de conductas intelectuales por sobre otro y en consecuencia significa elegir aquellos patrones que deberán utilizarse en determinado momento.

Todo esto implica sensibilidad ante los indicios contextuales de una situación que señalan que esta circunstancia es momento apropiado en el que la aplicación de este patrón resultaría útil.
Se requiere un nivel de utilidad para llevar a  cabo, emplear y sostener las conductas con eficacia.
Sugiere que como resultado de cada experiencia en la que se hayan empleado estas conductas, los efectos de su uso se reflejan, se evalúan, se modifican y se llevan a cabo en aplicaciones en el futuro. Estos hábitos rara vez se presentan aislados.

Más bien se recurre a conjuntos de ellos y se emplean en diversas situaciones (Costa, 2002).

A continuación, ofrecemos una lista de los dieciséis hábitos mentales descritos y estudiados por Costa (2002) hasta la fecha, estos son:

(1) Persistencia;

 (2) Manejo de la impulsividad;

(3) Habilidad para escuchar con empatía y entendimiento;

(4) Pensamiento flexible;

(5) Reflexión sobre el pensamiento (metacognición);

(6) Búsqueda de la precisión;


(7) Cuestionamiento y planteamiento de problemas;

(8) Aplicación del conocimiento del pasado a situaciones nuevas;

(9) Pensamiento y comunicación con claridad y precisión;

(10) Recabación de datos con todos los sentidos;


(11) Creación, imaginación, innovación;

(12) Reacción con asombro y admiración;

(13) Aceptación de riesgos responsables;

(14) Capacidad para el sentido del humor;

(15) Pensamiento interdependiente; y,

(16) Apertura al aprendizaje continuo. 
Muchos maestros y escuelas que se concentran en reforzar la cognición han incorporado tanto las inteligencias múltiples de Gardner, como los hábitos mentales. Aunque los hábitos mentales se relacionan muy de cerca con las inteligencias múltiples (y la inteligencia emocional de Goleman) persisten algunas diferencias sutiles, persuasivo al combinar las teorías, surge un modelo poderoso.

El trabajo de Gardner describe las capacidades únicas de cada individuo para procesar la información y representar el conocimiento. Los hábitos mentales describen la propensión, inclinación y deseo de emplear ciertas disposiciones al paso que la persona participa en ese procesamiento de información.


Los que destacan en una o más de las múltiples inteligencias también tienen la propensión a recurrir a uno o más de los hábitos mentales.

Tomados en conjunto, los muchos intentos por definir e interpretar el significado de la inteligencia, nos conducen a concluir que los hábitos mentales pueden cultivarse, articularse, operativizarse,  impartirse, fomentarse, modelarse y evaluarse.

Estos hábitos mentales trascienden a cualquier materia de las que comúnmente se imparten en las escuelas. Son características de quienes se desempeñan con alto nivel en todos los ámbitos: la escuela, el hogar, el campo deportivo, las organizaciones. Las fuerzas armadas, el gobierno, las iglesias o las empresas.

Estos hábitos hacen que el aprendizaje sea continúo, los matrimonios duraderos, los centros de trabajo productivos y las democracias permanentes.


Por esto, la meta de la educación debería ser el ayudarnos a todos a liberar, desarrollar y reforzar más a fondo estos hábitos de la mente. Todos juntos, son una fuerza que nos dirige hacia una conducta cada vez más auténtica, más congruente y más ética. Son las piedras angulares de la integridad y las herramientas de la elección disciplinada entre alternativas.
Son los vehículos primarios de un viaje hacia la integración, que dura toda la vida y son el “material correcto” que permite que los seres humanos sean eficaces (Costa y Kallick, 2000).

Fuente: FRAGA DE HERNANDEZ, Judid "EL TALENTO NACE EN EL PREESCOLAR" Universidad Central de Venezuela

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