martes, 29 de mayo de 2012

PERSPECTIVAS TEÓRICAS DE LA CREATIVIDAD


La creatividad es un fenómeno humano con una complejidad considerable. Tanto es así que podríamos decir que salpica a todas las ramas del saber y cada una de ellas tiene algo que decir en relación a la creatividad.
Su multidisciplinariedad es una característica propia que nadie pone en duda.
Dentro de este conjunto de disciplinas, se encuentra la Psicología, que ha abordado aspectos como los procesos cognitivos, la personalidad, la situación en la que tiene lugar, la motivación o el desarrollo de la creatividad.
Dentro de esta disciplina, el acercamiento al estudio de la creatividad se ha realizado desde numerosas perspectivas teóricas. Citemos como ejemplo las que menciona Romo (1997):

  • El psicoanálisis.
  • El positivismo conductista en su versión asociacionista (Mednick),
  • La psicología humanista (Maslow, Rogers),
  • El enfoque diferencialista (Guilford) .
  • El enfoque  psicométrico (Greeno, Hayes, Simon).
  • El cognitivismo actual (Perkins, Gardner, Weisberg, Csikszentmihalyi, Gruber,Amabile, Johnson-Laird) y
  • El enfoque computacional (Margarte Boden).
Pero la complejidad del estudio de la creatividad no acaba ahí. Dentro de cada una de
estas perspectivas, los distintos autores se han centrado en diferentes componentes de la
creatividad.
Un criterio de clasificación habitualmente utilizado en la literatura es el popularizado por MacKinnon (1975): proceso, producto, persona y situación.

Múltiples estudios se han centrado en la creatividad como proceso, es decir, al cómo se produce el acto creativo. Muchos autores han considerado que el proceso creativo se asemeja al de la solución de un problema, pero con algunas diferencias. Wallas (1926) fue el primero que sistematizó las fases descritas por autores anteriores para la solución de problemas (Dewey, 1910; Poincaré, 1913):

1) preparación;
2) incubación;
3) iluminación;
4) verificación.

A lo largo de estas cuatro fases, el creador pone en marcha una serie de procesos cognitivos que tienen como resultado una idea o producto creativo.
Pero no sólo la solución debe ser creativa, sino también la formulación del problema (Getzels y Csikszentmihalyi, 1976). Esto se debe a que los problemas a los que se enfrenta el creador potencial son problemas mal definidos, donde no son conocidos ni el punto de partida, ni los componentes ni la meta. Por tanto, para comenzar se hace necesaria una actitud abierta hacia los problemas, entendiéndola como una disposición a buscarlos activamente. Guilford (1967) lo llamó “sensibilidad a los problemas”, que es la habilidad para observar lo extraño o inusual, las deficiencias o necesidades, donde otros no las ven.
Tanto en el proceso de la formulación creativa del problema como en el de la solución se ponen en marcha habilidades de pensamiento que incluyen tanto el pensamiento “convencional” (también llamado convergente, lógico, racional, vertical, y que es el tipo de pensamiento tradicionalmente medido por los tests de inteligencia) como aquel que interviene de manera más decisiva en el pensamiento creativo (para Wertheimer, 1945, es el pensamiento productivo, que reorganiza o reestructura dando paso al insight; para Guilford, 1967, es el pensamiento divergente; para De Bono, 1973, es el pensamiento lateral; para el psicoanalista Rothenberg, 1971, es el pensamiento Janusiano, por citar algunos ejemplos).
Otra interesante propuesta es aquella que aborda los distintos estilos en la solución creativa de problemas (por ejemplo, Basadur, Graen y Wakabayashi, 1999; Isaksen, 1995) o la de Sternberg y Lubart (1997) sobre los “estilos de pensamiento”, que definen como las vías preferidas para aplicar la propia inteligencia y saber a un problema o labor.
Un estilo de pensamiento no sería por tanto una capacidad intelectual, sino un modo de utilizar las
capacidades intelectuales de las que disponemos.
Un aspecto que ha recibido mucha atención es la situación en la que tiene lugar el acto creador, definida por MacKinnon (1978) como:
"Aquellas características de la circunstancia vital y del contexto social, cultural y de trabajo que facilitan o inhiben la aparición de pensamiento y acción creativos"
(citado en Puccio y Murdock, 1999).

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